miércoles, 22 de enero de 2014

MIENTRAS ANDO DE LA MANO DE "VIAJERO SOLITARIO"


He tenido la suerte de que la generosidad de una amiga adivinara mi ignorancia y me regalase estos relatos de viaje de Jack Kerouac, libro cuyo "alcance y propósito son sencillamente la poesía, o la descripción natural" dice con liviana elocuencia su autor en la introducción.

Algunos párrafos al azar demuestran -creo yo- que la coma y la vocal adversativa disimulan la unidad rotunda entre poesía y descripción natural, aunque hay más en su poética.


"...obsesionándome todavía y toda esa eternidad que me rebasa sin saber quién soy, pero como un bebé regordete de melena rubia me muevo a tientas en la oscuridad tratando de saberlo..."
"no hay ningún Red Car, se siente su ausencia, estuvo y se fue, quedó un olor vacío_ Se siente en la esquina la quietud eléctrica de algo que estuvo y ya no está."
"mis pensamientos giran con el vértigo de la vida". 
"Yo no habitaba nunca en la farsa que es la vida real de este mundo lleno de ruido." 
"El barco era una pesadilla de hierro_no se parecía nada al dulce mar salado." 
"Las  primeras olas grandes convierten enseguida al navío en una envanecida serpiente de mar con la boca llena de espuma. _¿Dónde está esa tripulación que vimos al mediodía, después del almuerzo, al sol? Entraron; cerraron los postigos de su cárcel del mar; el hierro de las cadenas se cierra sobre su esperanzas borrachas del puerto, la afiebrada alegría  de las noches del Embarcadero."  
"Miraban a través de mí, con ojos que no me veían..."

Para empezar, encuentro que la obsesión del viajero se ensambla con lo ausente y la eternidad, alusiones insistentes a lo largo de la trama de una escritura emparentada con la materia pictórica, esa "descripción natural" a la que se refiere Kerouac.
Tampoco con decir esto me conformo. Intentaré explicar las sensaciones fuertes que me deja la lectura de Viajero Solitario.
¡Pintura! me dije en un momento. Kerouac nos hace videntes de todo lo que ven sus ojos. Eso es el punto de vista desde el que todo lo que hay (en el camino) vemos con una mirada de detalles. Claro, no son detalles vacuos sino vivos; no es la mera descripción lo que preocupa a Kerouac, más bien busca la vida misma en lo natural. Él parece ver con un cierto misticismo, o mejor dicho, hay una mística inseparable en su escritura debido a que lo que sus ojos ven nosotros también vemos porque nos lo hace mirar; su escritura es como ojos que arrastran a nuestros ojos hasta el punto de que el movimiento se transforma (o es) detalles desde la mirada Kerouac. Su escritura es puro mirar y hacer ver. Digo mística a ese re-ligarnos (al camino, a la experiencia de la vida) sin intermediación, porque en el viaje el camino está pegado a sus ojos en el funcionamiento de su escritura.
El tren, el opio, las sábanas pegadas al cuerpo, el miedo, los bares, las callecitas, las nubes, los hoteles, la choza, el campo, el desayuno, el mar... todo lo que toca su escritura está tan vivo como la singularidad de las personas. Nadie se parece a nadie, nada es igual a otra cosa, de ahí que como lector se tenga la sensación de una máquina entre escritura, viajero, experiencia. 
Deseo aclarar que cuando uso la palabra "mística" no me refiero a la contemplación,  porque Kerouac justamente no se queda en lo contemplativo. "Yo siempre corría, corría todo el tiempo, corría (...) y soñaba_feliz".
Jack Kerouac expresa el sentimiento de que "el fin de la tristeza del mundo" y el "fin de la alegría del mundo", todo, todo "decaerá y arderá de nuevo", ausencia y eternidad, la vida cruda como "mortaja de agua gris que goteaba de mi proa"
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